Barcarola o Casa Nenes: una casa rural llena de juguetes

Cuando planeé las vacaciones de este año, estaba segura de varias condiciones imprescindibles: ir hacia el norte (por eso del fresquito), alquilar casa (para estar más a gusto) y estar cerca de la costa (para ir algún día a la playa). Después de conocer a Itziar, la fundadora de BabyRural, en un encuentro de agentes Mammaproof en Huesca, las estrellas se alinearon para ofrecerme el mejor destino posible: Casa Barcarola, en Urt (Francia).

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Un sueño muy real

Anoche tuve una pesadilla. Soñé que alguien estaba en mi habitación mirándome fijamente mientras dormía. Me desperté bruscamente con el corazón acelerado. No me atrevía a abrir los ojos, pero notaba a mi lado en la cama, a mi marido, y de pie, esa otra presencia.

Después de un rato de pánico, pude mirar la hora en el móvil, que siempre dejo en la mesilla. Las 4:22. Me levanté, con miedo, y fui a ver a Olivia a su habitación. Dormía plácidamente. Me volví a la cama. Como no conseguía conciliar de nuevo el sueño y mi corazón seguía en un puño, desperté a mi marido y le conté lo que me había pasado. Le hice recorrer toda la casa para quedarme tranquila. Nos volvimos a acostar y me dio conversación para que se me olvidara el susto, nos acurrucamos y pronto se quedó dormido.

Me levanté de nuevo y me fui a la habitación de Olivia. Me senté al lado de su cuna, observándola dormir, pensando en ella, lo feliz que me hace, lo maravillosa que es, lo que me gusta abrazarla, lo que disfruto cuando ríe… Entonces me di cuenta de que estaba ahí, cerquita de ella… Igual que había sentido en el sueño y pensé que podría haber sido un recuerdo de cuando mi madre hacía lo mismo conmigo.

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El paso de la cuna a la cama

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De repente, sin que te hayas desprendido de tu pegatina de «madre primeriza» llega el día en que tu bebé necesita una cama en la que moverse a sus anchas, donde no hay barrotes, ni chichoneras ni ositos colgando.

Poco a poco, con un poco de pena pero también con mucho orgullo, ves crecer a ese pequeño ser que pesaba tres kilos hace 24 meses y que ahora ya no puedes casi ni mecerlo en brazos sin riesgo de que te salga una hernia. Quedan unos meses para decir adiós a pañales y chupetes, vestigios de bebé que quedarán atrás y que recordaremos con una mezcla de nostalgia y alivio.

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¿Por qué le odian tanto, Dr. Estivill?

Antes de tener a Martina pensaba para mis adentros (no lo publicitaba demasiado por miedo a pasar por una listilla) que lo de acudir a un psicopedagogo o echar mano de libritos “mágicos” que nos orienten con nuestros hijos era una patochada. Martina todavía no ha cumplido el año y ya he pasado por la psicopedagoga y me he leído uno de esos best sellers que tanto criticaba. Y todo para conseguir que la criaturita duerma como es debido. Sigue leyendo