Sin ellos todo sería mucho más complicado. Nos echan una mano cuando las fuerzas nos abandonan después de habernos levantado 30 veces en esas maravillosas noches de mocos perennes; se quedan con ella para que, de vez en cuando, nos percatemos de la persona que tenemos al lado y disfrutemos de nuestra pareja como eso, nuestra pareja, y no como el padre de nuestra hija; nos llenan la nevera de tuppers caseros; se preocupan por su educación (a mi padre solo le falta comprarle la camiseta blanca y roja del Sevilla Fútbol Club para introducirla en lo que, según él, es cultura) y no descuidan su fondo de armario (si no la freno, mi madre me la convierte en la Suri Cruise española). Sigue leyendo →